Hola, amigos.
Estos últimos días han dado mucho de sí. El pasado 23 de abril, día del libro, lo pasé con mi compañero, Rayco Cruz, en su la librería Sueños de Papel, donde se organizó un acto de firmas. Fue una tarde agradable, de tertulias literarias y de anécdotas.
Esa noche asistí a la presentación del libro Voces de nuestra Lengua, de Nicolás Guerra Aguiar, uno de los mayores literatos de nuestras islas. El acto fue muy emotivo, cargado de elogios más que merecidos y de felicitaciones.
Dos días después tuve la ocasión de charlar con los alumnos del IES Agaete, invitado por el centro (mi agradecimiento a Alberto y a Sergio, los profesores que organizaron el acto), sobre Las Tierras de Meed.
Mi sorpresa fue enorme, pues me di cuenta de que no era yo el único escrito que había allí: los propios alumnos habían redactado sus propias continuaciones para la trilogía, con las que me obsequiaron al final del acto. Incluso uno de ellos (Garoé) se atrevió a acercarse a los micrófonos del salón de actos y leer su versión. Fue un momento mágico que me puso la piel de gallina, tanto por la calidad de lo que leía aquel chico como por el cariño que habían demostrado todos en sus escritos.
Muchísimas gracias a todos ellos.
Después de la charla tuve la suerte de dar un breve paseo por el Huerto de las Flores, donde poetas y literatos de la talla de Saulo Torón, Alonso Quesada o Tomás Morales se reunían a conversar sobre sus obras, rodeados del entorno paradisíaco de Agaete.
Mi sorpresa fue enorme, pues me di cuenta de que no era yo el único escrito que había allí: los propios alumnos habían redactado sus propias continuaciones para la trilogía, con las que me obsequiaron al final del acto. Incluso uno de ellos (Garoé) se atrevió a acercarse a los micrófonos del salón de actos y leer su versión. Fue un momento mágico que me puso la piel de gallina, tanto por la calidad de lo que leía aquel chico como por el cariño que habían demostrado todos en sus escritos.
Muchísimas gracias a todos ellos.
Después de la charla tuve la suerte de dar un breve paseo por el Huerto de las Flores, donde poetas y literatos de la talla de Saulo Torón, Alonso Quesada o Tomás Morales se reunían a conversar sobre sus obras, rodeados del entorno paradisíaco de Agaete.
Pero no queda ahí la cosa: hoy visité nuevamente el centro San Ignacio de Loyola. Lola, una profesora tan encantadora como excelente transmisora de conocimientos, me llevó a dos clases que ya conocía de otra presentación para poder volver a saludar a unos alumnos de ESO que en su momento me habían recibido con entusiasmo y mucho cariño.
Luego tuve la oportunidad de charlar con los alumnos de Bachillerato. La experiencia fue muy enriquecedora. Llovieron las preguntas y me demostraron que no están en el centro para pasar el tiempo, sino que les mueven inquietudes que, sin duda, les llevarán muy lejos (algunas de ellas, literarias).
Sólo espero haber conseguido trasmitirles mi pasión por las letras.
Mil gracias.
Luego tuve la oportunidad de charlar con los alumnos de Bachillerato. La experiencia fue muy enriquecedora. Llovieron las preguntas y me demostraron que no están en el centro para pasar el tiempo, sino que les mueven inquietudes que, sin duda, les llevarán muy lejos (algunas de ellas, literarias).
Sólo espero haber conseguido trasmitirles mi pasión por las letras.
Mil gracias.
Hasta pronto.
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